Capítulo 122 Una mirada maligna
—Terminen su desayuno rápido. Tenemos que irnos pronto. He llamado a Bernardo, pero aún no ha llegado. ¿Se quedó dormido?
Justo cuando Micaela agarró el teléfono, sonó el timbre de la puerta. Los cuatro niños se miraron entre sí, preguntándose si debían volver a esconderse. Micaela les dejó seguir comiendo. Se precipitó hacia la puerta y miró por la mirilla. Al ver que solo era Bernardo, soltó un suspiro de alivio.
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