Bautista bajó la mirada y se encontró con su mirada atenta. Con una leve sonrisa, preguntó: "¿Qué estás mirando?"
Las mejillas de Micaela se sonrojaron de un rosa intenso cuando volvió en sí. Rápidamente inventó una excusa y dijo: "¡Solo tengo curiosidad por ver cuánto te costará emborracharte!"
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