Capítulo 1571 Terrible para mentir
Bautista se dirigió directamente a casa, mientras los niños, llenos de energía juvenil, se dedicaban a diversas actividades lúdicas, brindando a Micaela una compañía encantadora. En medio de las risas y la alegría infantil, Micaela se recostaba casualmente en el sofá, con la mirada fija en la pantalla de televisión, las manos ocupadas con una pieza de fruta, mientras su mente parecía divagar mucho más allá de las paredes de la sala de estar.
Los niños, siempre atentos al comportamiento de su madre, interrumpían frecuentemente su juego para verificar a Micaela. Le ofrecían bebidas y bocadillos, tratando de romper el hechizo de su mirada distante. A pesar de sus esfuerzos, la atención de Micaela volvía rápidamente a las profundidades de sus pensamientos, aparentemente ajena al mundo que la rodeaba.
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