Los otros cinco niños esperaron obedientemente a un lado mientras Micaela terminaba de explicarle a Tim cómo usar el ascensor. No hicieron berrinches ni se burlaron de la ignorancia de Tim.
Nosotros nos habríamos asustado y no estaríamos tan tranquilos como Tim si hubiéramos crecido en un pueblo rural y nunca hubiéramos visto un ascensor.
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