Capítulo 171 Despertar
María había decidido por fin dejar que Sebastián viera su Arma Bermellón, aunque seguía sintiéndose incómoda. Volviéndole la espalda, respiró hondo y empezó a aflojar el ajustado traje blanco que se ceñía a su figura. Sebastián contuvo la respiración, con los ojos muy abiertos, mientras observaba los gráciles movimientos de María, cada uno de ellos tentador y que despertaba sus emociones.
María solo se quitó la mitad superior de la ropa, pero fue suficiente para cautivarlo. Su espalda lisa y blanca y su esbelta cintura parecían irradiar un suave encanto. Envolvía su cuerpo una fina seda translúcida que no hacía sino realzar su atractivo. Con los brazos cruzados para cubrirse el pecho, el rostro de María adquirió un tono rojo más intenso mientras se mordía el labio y murmuraba:
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