Capítulo 122 La caza del dragón
—¡80.000! —Sebastián declaró un precio justo. Tilda asintió, haciendo girar un brazalete que adornaba su muñeca, del que apareció una bolsa de almacenaje.
—Son ochenta mil Piedras de cristal. Por favor, cuéntelas, señor —dijo Tilda con suavidad.
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