Capítulo 89 Fruta verde
Sebastián podría haber alcanzado con facilidad al leopardo de ojos azules, pero adrede mantuvo un paso firme tras él. Sus intenciones eran claras, quería ver a dónde lo llevaba el leopardo. Los maestros que observaban desde la Corte Maestra se dieron cuenta de lo que estaba tramando, y una pizca de fastidio apareció en sus rostros. Siguiendo al leopardo, Sebastián llegó a un gran árbol.
El leopardo trepó a sus ramas y él lo siguió. En la cima, encontró un hueco en el árbol. Adentro, el leopardo estaba acurrucado en un rincón, temblando sin poder escapar. En un nido de hierba seca había cinco piedras con forma de huevo que brillaban con una tenue luz azul verdosa. Los ojos de Sebastián se abrieron con asombro, mientras jadeaba:
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