Capítulo 119 Plantar árboles
La Primera Sala Marcial Interior se había transformado en una ruina en unos instantes. La antes imponente multitud de más de 10.000 personas estaba ahora llena de gemidos y gritos. Cada persona estaba perdida en su propio miedo. Antes, Sebastián había liberado su energía verdadera profunda en un poderoso golpe de Palma del Trueno, cuyo impacto se había magnificado por sus golpes consecutivos. Incluso a los discípulos más jóvenes de la Secta Aguja de Hierro les resultaba difícil resistir un aura tan abrumadora.
—¿Este tipo es humano? —preguntó un discípulo interno, frotándose los ojos con miedo. Sabían que quedarse demasiado tiempo podría ser peligroso.
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