Capítulo 27
Anne y yo estábamos gritando, agarradas la una de la otra, mirando semejante espectáculo que estaba frente a nosotras. Pero, en cuánto los lobos escucharon nuestro grito voltearon a ver y de repente se detuvieron. Dejé de gritar, pero Anne seguía, así que de inmediato le cubrí la boca con mi mano. Los lobos se miraban cansados, jadeaban y nos quedaban viendo con sus ceños fruncidos.
El silencio era obvio, estábamos paralizadas de miedo, incluso respirar me era muy difícil, esos lobos estaban peleando y ahora se quitaran la furia con nosotras, lo sé, seremos la cena. Observé a ese lobo negro a quién ya conocía, es el mío, el que me defiende siempre, Oh Dios, tal vez y tenga suerte hoy y no nos hacen nada.
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