—¡Ah! ¡Suéltame! —Antes de que Ruan Cheng pudiera reaccionar, él la cargó.
Mu Chenjue la cargó fuera de la pequeña habitación de la casa rentada. Ruan Cheng lo miró y lo golpeó con fuerza en el pecho. Ella no se atrevía a sumergirse en el aura madura y confiable de Mu Chenjue.
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