Capítulo 14 Ruan Cheng se sonroja
—En verdad no sé quién lo envió —repitió Ruan Cheng. No quería herir a Li Ye y tampoco deseaba más escándalos en su vida.
—¿De verdad no tienes ni idea de quién lo ha enviado? ¿Me estás tomando el pelo? Regresamos hace menos de una semana ¿y ya sales con otro hombre? Si no ocurre nada, ¿quién demonios te enviaría un ramo de flores tan grande a primera hora de la mañana? —le reprochó él enfurecido.
Ruan Cheng no podía soportar la mirada de Li Ye mientras la interrogaba de esa manera. Ella siempre era recta y honesta, pero esta vez, en realidad no sabía quién enviaba las flores.
—Me voy a trabajar —dijo en tono casual. Se volteó y lanzó las flores al bote de basura que tenía al lado. Luego se alejó sin mirar atrás.
Li Ye observó cómo Ruan Cheng cruzaba la calle con tranquilidad, e instintivamente, apretó el puño con fuerza. Ella desapareció entonces en dirección a la estación del tren subterráneo. Él estaba solo en la calle y seguía enfadado. Se volteó y al rechinar los dientes, dio un golpe en una farola. Ni el dolor por la rotura de un hueso pudo calmarlo. Parecía que casarse con ella era la única forma de sentirse seguro.
...
En la oficina, Ruan Cheng no podía concentrarse en nada. Pensó mucho mientras tomaba el tren de camino al trabajo en la mañana. Tenía un culpable en mente, pero era demasiado absurdo. En Ciudad H, Mu Chenjue llamó una vez a su teléfono a altas horas de la noche. Era evidente que, al ser su jefe, podía acceder con facilidad a su número de teléfono y dirección. De todos modos, al jefe siempre le resultaba fácil obtener la información completa de sus empleados.
Cuando Ruan Cheng estaba sumergida en sus pensamientos, su teléfono sonó. Era un mensaje de WhatsApp.
«Siento haberme alterado esta mañana porque tengo demasiado miedo de perderte. No te enfades conmigo, ¿está bien? ¿Podemos sentarnos y tener una buena conversación?».
Li Ye le envió varios mensajes, pero Ruan Cheng no contestó ninguno. Todavía estaba furiosa por haber sido acusada.
En la tarde, Li Xiao se acercó a ella en el comedor de los empleados. Llevaba una lonchera y le dijo:
—Mi hermano me comentó que te había hecho enfadar esta mañana. Así que estoy aquí para interceder por él... Ja, ja.
Ruan Cheng guardó silencio y siguió comiendo su almuerzo.
»Ruan Cheng, no tortures a mi hermano, por favor. —Li Xiao no pudo evitar reírse y continuó—: ¿Sabes cuánto se preocupa mi hermano por ti? Sus celos también son una manifestación de su amor. ¡En realidad no tienes ni idea de lo mucho que te adora! Para él eres más importante que nuestros padres y yo, porque eres la única luz de sus ojos.
Ruan Cheng pensó durante un rato y su enfado se alivió un poco. En efecto, si Li Ye recibía un regalo de una chica en secreto y ella lo descubría, también podría descontrolarse y tener sospechas.
...
En la tarde, la puerta de la oficina del jefe del Departamento de Diseño se abrió y Ruan Cheng caminaba de un lado a otro para rellenar sus bebidas.
—¿Quién puede subir a entregar algo? —preguntó el jefe del departamento sin levantar la vista.
—Yo iré —contestó Ruan Cheng con los ojos iluminados, cuando pasó frente a su puerta otra vez.
Sus compañeros de trabajo agradecieron que se ofreciera como voluntaria. Todos estaban muy ocupados y se ahorrarían muchos problemas si ella se hacía cargo de esa tarea. Algo debía ser entregado en la oficina del presidente y Ruan Cheng esperaba esa oportunidad.
La oficina se encontraba en el último piso; ella entró y dejó un boceto, pero no estaba ansiosa por irse.
—¿Qué más puedo hacer por ti? —preguntó Mu Chenjue sin levantar la cabeza. Su rostro no era visible. Los delgados y hermosos dedos del presidente se movían sobre el enorme boceto que tenía extendido en su escritorio. Parecía muy serio en el trabajo.
—Gracias, Director Mu —insinuó ella. Su corazón latía con fuerza al decir esas palabras. «Ruan Cheng, ¿no tienes miedo de morir? Si sospechas de la persona equivocada, ¡será tan embarazoso incluso cambiar de tema ahora!».
De pronto, Mu Chenjue dejó de mover la mano sobre el boceto y la miró con una actitud dominante.
—Me alegra que puedas identificar al amo que te alimentó. No eres tan tonta como imaginaba.
Ruan Cheng se quedó sin palabras. ¿Desde cuándo era tonta y qué quería decir con «amo»? ¡Además, usar «te alimentó» para referirse a un ser humano era muy extraño! Claro que ninguna de las palabras del presidente tenía importancia. Ruan Cheng preguntó entonces:
—No sé por qué el Director Mu hace esto.
—No es un trabajo fácil cuidar de Anan y Ruanruan —dijo Mu Chenjue razonablemente—. También quiero disculparme por haber dormido en tu cama después de haberme emborrachado. No te habrías enfermado de no ser por mí.
Ruan Cheng se quedó atónita al escuchar eso. En Ciudad H, no pasó más de cinco minutos junto a Mu Chenjue. ¿Cómo supo que estaba enferma?
—Gracias —dijo Ruan Cheng avergonzada, pero para evitar otros problemas, prosiguió—: Con los obsequios fue suficiente. El Director Mu no debería enviarme nada más. Como empleada es nuestra responsabilidad compartir la carga del jefe. —Sus palabras eran distantes y frías.
Mu Chenjue estalló en una risa repentina y su expresión era ilegible. Se veía muy intimidante mientras levantaba la ceja y decía:
—¿Estás tan segura de que te enviaré otros regalos?
¡Ruan Cheng se sonrojó al instante! Le preocupaba que volviera a enviarle otros regalos en un impulso, eso sería más difícil de explicar a Li Ye.
—Si no hay nada más, bajaré entonces —asintió con cortesía y se dio la vuelta muy rápido; quería huir a toda prisa.
—Detente. —De repente, la voz de un hombre se escuchó desde atrás.
Ruan Cheng se detuvo con miedo.
»¿Dices que compartir las cargas del jefe es lo que debe hacer un empleado? —La voz de Mu Chenjue era monótona y grave, sin ninguna emoción.
Ella tenía pánico, pero, aun así, asintió. Él señaló varios libros y envolturas de regalo con dibujos animados que estaban sobre la mesa de centro de madera y dijo:
»Quédate y forra estos libros para mis dos hijos.
«¿Forrar libros?». Ruan Cheng lo miró.
»Mantente en silencio mientras lo haces y mejor no me molestes —dijo Mu Chenjue mientras fruncía el ceño y se concentraba de nuevo en su trabajo.
Ella no tuvo más remedio que caminar hacia la mesa de centro. Hacía tiempo que no forraba un libro. Había cuatro libros en total, dos de los cuales estaban escritos con el nombre de Mu Ruanruan y los otros dos con el de Mu Ancheng. Basándose en sus experiencias pasadas de la escuela primaria y secundaria, Ruan Cheng comenzó a cortar el papel y a envolverlo como correspondía. Sin embargo, al cabo de un rato, se dio cuenta de que no era tan hábil como antes. Además, tenía miedo de desperdiciar los papeles.
—Yo... yo... —recordó que el jefe le pidió que no lo molestara en el trabajo, pero en verdad tenía algo que preguntar.
Mu Chenjue levantó la cabeza y la miró.
Ruan Cheng levantó la vista para encontrarse con la mirada profunda de Mu Chenjue, pero de inmediato volvió a bajar la cabeza.
»He dañado uno de los papeles de regalo, así que supongo que no son suficientes para forrar todos los libros —le habló con voz suave y dulce, pero no se atrevió a mirarlo. Era tímida y tenía miedo.
Esto cautivó mucho el corazón de Mu Chenjue, que respondió con voz baja y ronca:
—No importa. Todavía tengo más aquí.
«¿Todavía tenía papel?». Ruan Cheng suspiró aliviada y se acercó para agarrarlo. Sin que Mu Chenjue le indicara, vio un montón de papeles de dibujos animados debajo del escritorio. Los había comprado Dong Liyan para Ruanruan y Anan. Ella se puso en cuclillas para elegir y uno de Bob Esponja le llamó la atención.
Su curva casi perfecta estaba cubierta por una falda, conservadora pero sensual, y pura pero lujuriosa. Llamó la atención de Mu Chenjue, que estaba junto a la ventana. Él ardía de deseo y estaba totalmente fuera de sí.