—No es necesario —argumentó Isabella. «Me siento bien, así que no necesito descansar más».
—¿De qué estás hablando? Debes quedarte en casa un par de días para descansar. Quizá incluso deberías descansar una semana —exigió Walter. «¿Cómo podía estar pensando en el trabajo cuando acababa de caer enferma? ¿Tiene ganas de morir?».
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