Capítulo 9 No dude de su palabra
Al ver que todos se habían ido, Felipe hizo una llamada al instante.
—Oye, haz que Compañía Zapata desaparezca de Jujuy en tres horas.
Solo entonces Selena se dio cuenta de la gravedad del asunto.
—¿Quiénes son exactamente ustedes dos?
Se le debilitaron las piernas y no pudo seguir manteniéndose estable.
—Bueno, él es Tiago Lombardo, a quien mencionó antes. ¿Quería que su sobrina se disculpara con usted? ¡Qué descarada!
—¿Tiago Lombardo? ¿En verdad es Tiago Lombardo?
Selena se desplomó en el sofá. «¿Por qué demonios dije eso?».
—Señor Guillén, la familia Lombardo no quiere que la identidad de Isabella se filtre. Por lo tanto, tiene prohibido mencionar una sola palabra sobre el incidente de hoy.
La familia Lombardo solo quería darle a Isabella una vida sencilla.
—Sí, por supuesto. —Renato no se atrevió a oponerse.
Después de todo, era Tiago Lombardo quien, con solo mover un dedo, podía hacer que todos en Jujuy temblaran de miedo.
—En cuanto a usted, señorita Zapata, será mejor que abandone Jujuy de inmediato. No dude de la palabra del señor Tiago. —Dicho eso, Felipe se marchó.
«A pesar de mi comentario, Sofía fue el motivo principal por el cual el señor Tiago vino hoy. En el pasado, incluso si Isabella se encontraba envuelta en algún tipo de problema, solo enviaba a alguien. ¿En verdad le gusta tanto?».
Por su parte, Isabella estaba encantada de que Tiago fuera a la escuela para ayudarla.
—¡Gracias, tío Tiago! No le cuentes a mi padre sobre esto, sino me matará.
—Entendido.
—Tío, ella es mi compañera y mi mejor amiga, Sofía. Hoy se metió en problemas con Ivana para vengarme. —Isabella la adoraba.
—¿Ya comiste?
«Es el mediodía y es probable que no hayan almorzado».
—Nop. ¿Planeas invitarme a almorzar? ¡De acuerdo! Quiero comer en Pabellón Pegaso.
—Está bien. —Tiago asintió en acuerdo.
—¿En serio? Eres muy amable conmigo, tío Tiago.
Isabella lo abrazó, alegre. No obstante, lo soltó de inmediato al ver la mirada distante del hombre. «Dios mío, ¿cómo pude olvidarme de que detesta que los demás lo toquen?».
—Isabella, tengo algo que hacer. —Sofía no planeaba ir a comer con ellos.
Al escucharla, la joven le tomó la mano con fuerza de inmediato.
—Sofía, debo agradecerte por el incidente de hoy. Por lo tanto, insisto en invitarte a comer. Si no vienes, significa que no me consideras tu amiga —dijo en tono firme, pero su expresión era tímida—. ¿Por favor? ¿Sí? Es solo un almuerzo. Mi tío no te comerá —continuó persuadiéndola.
—¡Cof, cof, cof! —Felipe no pudo evitar toser.
«Quizás el señor Tiago sí quiera comérsela».
—¿Qué le sucede, señor Nozar? Vaya al hospital y haga que lo revisen si no se siente bien.
—No, no, estoy bien. —Felipe agitó la mano con desdén y dijo—: Ahora mismo hago una reserva en Pabellón Pegaso.
Sofía les tenía miedo a las jóvenes como Isabella, quienes eran adorables y coquetas, por lo que no se atrevió a rechazarla.
—De acuerdo. —Asintió con la cabeza, dado que solo era un almuerzo.
—Iré a traer el auto. Pueden esperarme aquí. —Felipe salió deprisa.
Cuando regresó, Tiago le abrió la puerta a su sobrina.
—Sube.
—Tío Tiago, puedo sentarme en el asiento trasero con Sofía. —Ella quería aferrarse a su amiga más tiempo.
Por desgracia, una mirada del hombre bastó para que se sentara en el asiento del acompañante a toda prisa. Después de cerrar la puerta, Tiago abrió la del asiento trasero para Sofía.
—Después de ti.
Era evidente que su actitud con ella era mucho mejor que con su propia sobrina. Sofía se subió al auto y Tiago la siguió; ambos se sentaron uno al lado del otro. Cuando Felipe los vio, sintió la necesidad de reírse. «Es demasiado evidente, ¿no? Pero ¿en verdad se toma en serio a una joven que solo tiene dieciocho años? ¿Por qué nunca me di cuenta de que es una bestia a quien le gustan jóvenes?».
—¿Qué te gustaría comer, Sofía? —Isabella se dio vuelta a mirarla.
—No soy meticulosa.
Sofía en verdad no se atrevía a ser severa y despiadada ante su sonriente semblante, dado que se parecía bastante a una amiga suya. Durante el viaje, Isabella le hacía preguntas de vez en cuando, de hecho, era la única que hablaba. Sorprendentemente, Sofía, quien siempre tenía una expresión distante con los demás, respondió todas sus preguntas, aunque de manera breve.
Cuando llegaron a Pabellón Pegaso, el gerente ya los esperaba afuera y, en el instante que vio el auto de Felipe, se acercó a recibirlos.
—Señor Tiago, señor Nozar, señorita Isabella. Todo está listo.
Tiago fue el primero en bajar del auto y esperó hasta que Sofía también se bajara antes de cerrar la puerta. El gerente ya le había abierto la puerta a Isabella quien, después de bajarse, se apresuró a ir con Sofía.
—¡Entremos! Tío Tiago, vamos al baño —dijo e ingresó al lugar llevando a Sofía con ella.
Felipe se bajó del auto y se acercó a Tiago.
—Sofía le tiene mucha paciencia a Isabella. Según parece, le tiene mucho cariño.
«Después de todo, nunca ha sido amable con nosotros».
—Sí. —Por supuesto que Tiago también lo percibía.
—A juzgar por la situación, tendrá que depender de Isabella si quiere acercarse a ella.
Tiago lo ignoró y se dirigió directo a la sala privada. Minutos después, la joven llevó a Sofía a esa misma sala.
—Déjame hacer las presentaciones, Sofía. Él es mi tío, Tiago Lombardo. En el futuro, podrás hacer lo mismo que yo y llamarlo tío Tiago.
Al escucharla, Felipe casi se ahoga mientras bebía agua.
—Señor Lombardo. —Sofía no se dirigió a Tiago llamándolo tío ya que, como no tenía un vínculo sanguíneo con él, no quería decir algo falso.
—No tienes que ser tan formal, Sofi. Lo mío es tuyo, así que mi tío también es tuyo.
—Isabella. —Tiago no le dio la oportunidad para que siguiera diciendo tonterías, dado que ese tratamiento cargaba una brecha generacional.
La joven se limitó a quedarse callada al ver su mirada fulminante.
El gerente se acercó para a tomar los pedidos y le dio una carta a cada uno de ellos. Enseguida, Isabella nombró varios platos, luego, se volteó y le preguntó a Sofía:
—¿Qué te gustaría comer? No tienes que ser tímida con mi tío.
Por consiguiente, ella ordenó dos platos al azar.
—No soy tímida.
Al ver que habían pedido suficiente comida para todos, Tiago y Felipe le devolvieron las cartas al gerente sin pedir nada.
—Por favor, espere un momento, señor Tiago.
—Sofi, ¿cuál es tu número de teléfono? Te agregaré a mis contactos de WhatsApp. —Isabella le pidió el número apenas terminaron de pedir.
Sofía no se negó, sacó su teléfono y abrió WhatsApp para que escaneara su código QR.
—¿A dónde te estás quedando? ¿Puedo ir a visitarte?
—Me estoy hospedando en un hotel por el momento; dentro de unos días, buscaré un lugar. —No planeaba seguir quedándose en la residencia Tamarín.
—¿Buscar un lugar? Yo puedo ayudarla. ¿Qué clase de lugar le gustaría? —preguntó Felipe con seriedad.
Pudo darse cuenta de qué pensaba Tiago con solo una mirada, sin que tuviera que decirle nada.
—¡Así es! Deja que el señor Nozar encuentre un lugar para ti.
«Será muy problemático para ella si lo hace sola».
—No tienen que molestarse; puedo encargarme sola.
—No es ninguna molestia. Es un honor para mí ayudar a una joven hermosa. —Felipe no le dio la oportunidad de negarse.
Pronto, el gerente se acercó con algunos camareros y les sirvieron la comida. Sofía se sentó entre Tiago e Isabella; cuando los platos estaban servidos, ambos le sirvieron comida. Era la primera vez que Isabella veía que su tío le servía a otra persona; ni siquiera ella había tenido ese privilegio, por lo que lo miró con extrañeza.