Capítulo 50 No hay que esforzarse tanto
Después de comprar las cosas que necesitaba para llevar al parque al día siguiente, Catalina se apresuró a ir al hotel.
—¿Es aquí donde se aloja la bella dama? —exclamó una joven vestida de blanco, cuyos ojos brillaban como estrellas al ver a Catalina entrar en el ascensor—. ¡Nuestros destinos están entrelazados! ¿Puedo ir a hablar con ella, tío?
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