Capítulo 139 Una petición absurda
Mientras Catalina observaba la lista de nombres, Franco se inclinó para mirar también la lista y enseguida supo quién era el culpable.
—Parece que alguien está en verdad preocupado por ti. —Franco sonrió con sarcasmo antes de escudriñarla de repente—. ¿Qué piensa usted, señorita Silva?
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