Capítulo 125 Una vida desmoronada
Kenneth parecía drogado y no podía distinguir el bien del mal. La respiración de Elaine se hizo cada vez más rápida. Sentía como si una mano invisible la estrangulara y estuviera a punto de asfixiarse. Comenzó a ver doble y se sintió mareada. No podía respirar, tenía la cabeza ladeada y se desmayó por la ira de Kenneth. Su cuerpo cayó inerte sobre la cama y sus ojos, que antes estaban llenos de ira, se cerraron. Kenneth gritó presa del pánico:
—¡Elaine! ¡Elaine! ¿Qué te pasa? ¡Que venga algún doctor!
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