Capítulo 111 Pensaba que nunca conocería
Félix se reclinó en la silla, con las piernas cruzadas con una elegancia natural. Una mano descansaba suelta en el reposabrazos, mientras que la otra sacudía con pereza la ceniza de su cigarrillo. Irradiaba una confianza tranquila y relajada, pero antes de que pudiera terminar el cigarrillo, la voz de Anna llamó desde el otro lado de la puerta.
—Señor Brooker, la cena está lista.
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