Capítulo 334 Un paseo por las nuevas perspectivas

Aferrada a la cintura de Robin, Shirley resplandecía como un capullo abriéndose al amanecer. El paisaje familiar se transformaba ante sus ojos, revelándose con una frescura inédita. Las ráfagas de viento contra su rostro, los árboles que bordeaban la carretera, las libélulas que danzaban en el crepúsculo y los rostros fugaces de los transeúntes se convertían en primeros encuentros con la vida misma. El mundo entero irradiaba belleza y júbilo. Una emoción desconocida florecía en su interior. En ese instante mágico, Shirley abandonó todo pensamiento, todo deseo, excepto uno: permanecer así, recostada contra la espalda de aquel hombre. Se dejó envolver por la sinfonía urbana: el susurro del viento, el murmullo distante de conversaciones, el ocasional claxon de los automóviles y el suave zumbido de los insectos nocturnos.