Capítulo 200 ¿Ya no me amas?

Los ojos de Natanael, inyectados en sangre, escudriñaban cada rincón de la casa mientras se movía frenéticamente de habitación en habitación. La desesperación crecía en su pecho con cada espacio vacío que encontraba. Por un instante, consideró enviar a alguien a revisar el aeropuerto, pero justo cuando estaba a punto de hacer la llamada, la vio. Allí estaba ella, sentada en una silla del patio trasero, su silueta recortada contra la penumbra del atardecer. La visión de Cecilia actuó como un bálsamo instantáneo; el corazón de Natanael, que había latido desbocado hasta ese momento, comenzó a relajarse. Exhaló profundamente, liberando una tensión que no sabía que había estado acumulando.