Nadie prestó atención a los gritos desesperados de aquella mujer mientras el guardaespaldas de Luciano entraba y le tapaba la boca antes de sacarla a rastras. Una vez hecho esto, Luciano nos miró a mí y a Isabel.
—¡Ustedes dos son un chiste! ¿Cómo han podido perder las dos contra ella?
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread