Los dos se acercaron cuidadosamente a un árbol a unos diez metros de la puerta de la mansión. Solo un tramo de tierra desnuda les esperaba si avanzaban más. No tendrían un lugar donde esconderse para llevar a cabo un ataque encubierto.
Dos hombres completamente armados se mantenían en guardia junto a la puerta con ametralladoras AK en sus manos. Esas armas eran mucho más letales que la pistola en la mano de Elisa.
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