Capítulo 485 Yo no la maté
Cubriéndose la cara con ambas manos, Miranda gimió:
—Ya no me queda ni una pizca de dignidad. Todo el mundo me mira como si fuera una leprosa cuando salgo a comprar comida, todos me rehúyen y me condenan por cometer un asesinato cuando no conseguí robar al hombre.
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