La noche era oscura como tinta. El viento frío de otoño traía consigo una llovizna que golpeaba implacablemente las ventanas. El resplandor soñador de las luces de neón de la ciudad se reflejaba en las gotas de lluvia cristalina mientras se movían por el aire.
Leticia miraba en silencio la vista nocturna fuera de la ventana. Su teléfono se había apagado porque la batería se había agotado. Estaba evitando a Hernán. Necesitaba algo de privacidad para procesar su mal humor en la oficina.
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