Capítulo 8 Ingenuo
Leticia se sintió descorazonada por la respuesta del hombre. Respiró hondo y se volvió hacia Magalí antes de decir:
—Dados los altos estándares de la señora Lamere, estoy segura de que no está dispuesta a comprometerse con un mentiroso. Después de todo, el matrimonio es un asunto de una vez en la vida.
Leticia esperaba que Hernán mostrara signos de nerviosismo. Sin embargo, para su sorpresa, agarró con calma la mano de Magalí y le dijo despacio:
—Puedo cancelar el compromiso si no confías en mí.
Magalí sacudió la cabeza y dijo disculpándose:
—Te creo, Hernán. Lo siento... No debería haber dudado....
El giro de los acontecimientos sorprendió a Leticia, pues no esperaba que Hernán engañara a Magalí con tanta facilidad. En realidad, ésta no creía las palabras del hombre, pues podía intuir que algo pasaba entre Hernán y Leticia. Sin embargo, estaba profundamente enamorada de Hernán y no estaba dispuesta a hacer nada que pudiera poner en peligro el compromiso. A pesar de ello, le molestó el descubrimiento y juró en secreto arreglar la situación.
Los ojos de Magalí empezaron a ponerse llorosos mientras suplicaba:
—Por favor, no te enfades conmigo. Yo... —Hernán le tocó los labios para impedir que continuara. Luego la persuadió—: Lo entiendo. Sólo espero que no te dejes influenciar por gente malintencionada. —El hombre se volvió para mirar a Leticia con disgusto antes de añadir:
—Nunca debes creer las palabras de una loca.
Asombrada por la respuesta del hombre, Leticia se preguntó:
«¿Cómo puede decir todo eso con tanta confianza? ¿No teme que alguien compruebe nuestro estado matrimonial y revele la verdad?»
Leticia pensó largo y tendido mientras no podía entender cómo se había desarrollado el suceso. Apretó la mandíbula y preguntó a Hernán, que había regresado tras acompañar a Magalí al coche:
—¿Esperabas que Magalí no te controlara?
El hombre soltó una risita suave y le devolvió una mirada de muerte que dejaba a uno asustado.
—Eres tan crédula, Leticia. ¿De verdad crees que puedes hacerme daño así?
Leticia respondió perpleja:
—¿Qué quieres decir?
Hernán bajó hasta sus oídos, provocándole escalofríos con su respiración profunda. Susurró:
—¿Has pensado alguna vez que si la familia Lamere supiera de tu existencia, no sólo no podrías salir de este lugar para siempre, sino que tu vida podría correr un grave peligro?
El rostro de Leticia se puso pálido como una sábana al comprender la gravedad del asunto. Aunque quería negarlo, sabía que había algo de verdad en las palabras del hombre. Esto la dejaba en una posición difícil porque estaba destinada a perder tomara la decisión que tomara.
Al ver que Leticia por fin comprendía la situación, Hernán soltó una fría carcajada y se dio la vuelta para marcharse. Justo entonces, recibió una llamada de su ayudante.
El hombre informó:
—Ha acertado, señor Heredia. La señora Lamere se reunió a solas con la enfermera y vio el expediente de la señora Murray.
Hernán esbozó una leve sonrisa e indicó:
—Asegúrate de que las enfermeras mantengan la boca cerrada. No hay necesidad de hacer nada más.
—Muy bien, señor Heredia. También debe saber que se ingresó una gran suma de dinero en la cuenta bancaria de la enfermera. Comprobamos que fue entregada por la señora Lamere.
«Magalí no perdió tiempo en ocuparse del asunto».
Hernán se quedó pensativo un rato antes de hablar:
—No sirve de nada una persona desleal. Deshazte de ella.
—Entiendo, señor Heredia.
Hernán se quedó pensativo tras colgar el teléfono. Miró de reojo a Magalí, que estaba de pie junto al coche.