Capítulo 11 Humillada
Al verla sobresaltada, el hombre sonrió alegremente y soltó una bocanada de humo. Como si pensara que ella no había sufrido lo suficiente, continuó echándole sal en las heridas.
—¿No tienes miedo a la muerte, pero te sientes humillada por un asunto sin importancia? Además, será mejor que cuides lo que dices. Si te atreves a decir tonterías, tengo mil maneras de castigarte. Considérate advertida.
Leticia le escudriñó a la espalda mientras salía de la habitación. Ya no pudo contener las lágrimas y cayeron una tras otra.
Aunque no quisiera asistir al banquete, la llevarían allí por la fuerza tres días después.
Leticia permanecía inexpresiva en un rincón del banquete. A su alrededor no paraban de reírse y alegrarse, pero ella era la única que no encajaba.
—¡Hola a todos, los novios están aquí!
Nadie sabía quién había gritado. Todos miraron hacia la entrada y vieron a Magalí entrar tomada del brazo de Hernán.
Era sólo un banquete de compromiso, pero parecía un banquete de boda.
Los ojos de Leticia estaban fijos en el apuesto hombre vestido con ropa elegante.
Hernán se dio cuenta de que Leticia llevaba mucho tiempo allí de pie, así que la miró a los ojos. Leticia se apartó en cuanto sus miradas se cruzaron.
No quería que nadie supiera de su presencia, pero no encontraba paz.
—¡Señorita Murray! —Magalí caminó hacia ella de inmediato, arrastrando a Leticia bajo los focos—. ¿Ya se encuentra mejor? Gracias por asistir a mi banquete de compromiso.
Había una cara desconocida, que llamó bastante la atención. Pronto, un famoso preguntó:
—¿Quién es?
Magalí sonrió.
—Esta es la señorita Leticia Murray. La conocí en el hospital psiquiátrico.
Cuando todos se enteraron de que venía de un hospital psiquiátrico, supusieron que Leticia era una enferma mental.
Leticia se dio cuenta de que todos la miraban con desprecio.
Una celebridad se mofó:
—Señora Lamere, ¿qué hacía en ese miserable lugar? Qué mala suerte.
Magalí sonrió avergonzada.
—Me avergüenza decir que oí algunos rumores, así que fui allí por curiosidad. Resulta que fue un malentendido.
Lo hizo como si estuviera hablando de algo que no era gran cosa. Sin embargo, todos entendieron las implicaciones que había detrás de esas palabras.
—Oh, así que ella es esa lunática delirante.
—¿Por qué querrías ser amiga de esa delincuente? Es repugnante.
—Sí, no debería haber venido. La asquerosa criatura había ensuciado el lugar.
Leticia permaneció inexpresiva todo el tiempo mientras los demás se burlaban de ella y la señalaban con el dedo.
Leticia sabía que aquel día lo pasaría mal. Magalí siempre había sido grosera con ella, así que ¿qué amabilidad esperaba de ella para que la invitara a asistir a su banquete?
Sin embargo, lo que la hacía sentir mal no era Magalí en absoluto. Después de todo, Magalí era insignificante para ella. Hernán era quien hacía que Leticia se sintiera mal.
Hernán sabía muy bien que se trataba de una fiesta para la familia y, sin embargo, pidió a propósito que la humillaran. Hernán se había mostrado indiferente y había hecho la vista gorda ante su humillación en aquella ocasión.
Observó cómo la gente se burlaba de ella y ni siquiera cambió un ápice su expresión.