Capítulo 77 Tan sólo un juguete
Leticia siguió al funcionario de prisiones hasta la sala de visitas. En la sala, Hernán estaba de pie junto a la puerta, de espaldas a ellos. Su espalda bien formada le resultaba muy familiar.
De repente, a Leticia le entraron ganas de llorar sin motivo aparente. Tal vez la visión de una cara conocida hizo que sus emociones se desbordaran después del maltrato inhumano que había sufrido en los últimos días.
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