Capítulo 44 Gateada equivocada
El jueves llegó en un pestañeó y por primera vez en la semana – y en mucho tiempo– me levanté temprano, ayudó por supuesto que fue Gabriel quien entró a la habitación y amenazó con darme un beso si no me despertaba. Rámses le lanzó un manotazo que el esquivó con agilidad, pero funcionó. Me desperté. Así que para cuando salimos de la casa ni Susana o Hayden habían bajado a desayunar.
Me sentí agobiada con los profesores recordándonos a cada rato que debíamos presentar las solicitudes a las universidades, y enviando más tareas, trabajos y asignaciones de la que podíamos hacer. Entre los hermanos y yo a duras penas alcanzábamos para preparar todo, más de una noche nos habíamos quedado hasta tarde haciendo las tareas.
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