Capítulo 28 Será mejor que me beses
La disco que escogimos estaba repleta de personas, su música retumbaba en cada rincón, contagiándonos con su energía. Esta vez fue Gabriel quien saludó al portero y nos consiguió entrar sin hacer la fila y sin pagar. No bien entramos y localizamos una pequeña mesa en el nivel superior, bajó de nuevas las escaleras y se perdió dentro de la multitud. Vi a las personas mirarme y con mi renovada confianza y seguridad me sentí volar. El chico a mi lado, mi novio, no se apartaba de mí ni un segundo, quizás marcaba su territorio en un ataque posesivo, pero no me importaba, porque esta noche si bien era para mí, la quería compartir solo con él.
Animados por el ritmo de las canciones que colocaba el DJ nos adentramos en la pista de baile. No importaba lo que estuviese sonando, Rámses y yo bailábamos pegados el uno al otro. Con mis manos sobre su cuello, las suyas en mi cadera o un poco más abajo, de frente, o de espalda. Yo estaba caliente, debo reconocerlo, tener a ese chico tan atractivo, sudado y contoneándose contra mí, me estaba volviendo loca. Besaba mi cuello, mi boca e incluso mi clavícula, yo mordí su lóbulo, lamí su cuello degustando su sabor salado y hasta me atreví en algún momento apretarle las nalgas.
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