Capítulo 17 En esta casa solo se acepta un francés pedante
Las palabras de Rámses danzan en la comisura de mi boca produciéndome cosquillas que me hacen sonreír. Saboreó en silencio mi helado, ajena a la conversación que mantienen los otros, concentrada en la cara de boba que debo tener por sus palabras, tratando de que no se filtren mis sentimientos hasta ellos. Sin embargo, cuando llega el momento de irnos, el peso de la realidad vuelve a aplastarme.
Rámses de una forma u otra me acaba de decir lo que siente por mí y yo de la misma forma evasiva le confirmé que él para mí no es me es indiferente, que me gusta, una revelación tanto para él como para mí, para ser bien sincera. Y ahora, nos dirigimos juntos a su casa, donde dormiremos juntos, bajo la estúpida regla de que no debo usar ropa interior en su cuarto. Esto pinta muy peligroso para mí.
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