Capítulo 410 Nuestro padre
El aire era frío en la habitación de cuidados intensivos. Las máquinas emitían un zumbido constante, como un latido artificial que marcaba el tiempo suspendido de Marco Zurita. Aún inconsciente, conectado a sondas y monitores, parecía inmóvil en un sueño profundo.
Isabel entró lento, con una bata blanca encima del abrigo oscuro. Había usado sus contactos para no llamar la atención y llegar a la montaña sin ser identificada. No quería ser vista, y mucho menos reconocida. Se detuvo en el umbral, observando a Marco desde la distancia.
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