Capítulo 388 Ecos del acero
Se escuchó al instante una explosión. Una carga de humo y sonido cegador estalló bajo el suelo, justo donde el primero de los atacantes se mantenía. Salvador aprovechó la confusión, giró su cuerpo hacia atrás, se liberó con una llave de escape y desarmó al más cercano con un golpe limpio a la tráquea. El segundo disparó, pero Salvador ya se había cubierto tras una pila de vigas caídas.
—¡Ahora! —gritó uno de los Halcones.
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