Capítulo 253 Gracias por estar aquí
El leve resplandor del sol matutino se filtraba por las cortinas del cuarto del hospital, iluminando con suavidad el rostro de Daniela. Despertó con una sensación extraña, pero reconfortante: no había dolor. Al girar la cabeza, vio a Marco sentado en una silla junto a su cama, la cabeza ladeada y los brazos cruzados sobre su pecho. Estaba dormido.
—¡Buenos días! —dijo una enfermera jovial al entrar en la habitación con una bandeja—. Le traje su desayuno, señora.
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