Capítulo 252 ¿Hay alguna manera de ayudar?
El aire de Monterrey aquella noche estaba fresco, y la ciudad, con sus montañas de fondo, parecía envolver todo en una atmósfera tranquila, aunque en el aire flotaba una tensión palpable. Karla había tomado una decisión rápida, no solo por la urgencia de la llamada de Ximena, sino también porque, en el fondo, sabía que no podía estar sola en ese momento. Diego, con su naturaleza tranquila, pero atenta, había insistido en acompañarla sin dudar, y aunque Karla no quería ponerlo en una situación incómoda, aceptó su compañía, agradecida por su apoyo.
Subieron al auto de Diego, un auto compacto y sencillo, pero cómodo para el trayecto. Mientras arrancaba, el motor rugió suave, y la ciudad se comenzó a perder detrás de ellos. Las luces de Monterrey brillaban a lo lejos, reflejando la modernidad de una ciudad que se expandía de manera constante, aunque aún conservaba su esencia tradicional. Los edificios altos y las luces de los semáforos parecían bailar en la distancia, mientras ellos se dirigían hacia la casa de Ximena en un tranquilo vecindario al norte de la ciudad.
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