Capítulo 35 Petrus nixon ii
- Creo que sí, ya que contestó la primera vez que llamó. - Oí la risa de Matthew al otro lado de la línea, imaginando su perfecta boquita contrayéndose de tal forma que hacía resaltar uno de los hoyuelos de su mejilla.
No era porque fuera mi hijo, pero Matthew Beaumont era un niño perfecto. Y no era sólo por su belleza, sino también por su gigantesco corazón. Desde luego, todo su altruismo no lo había heredado de su padre, a diferencia de su físico, que era todo Everest. Veía mucho de la personalidad de mi hermano en mi hijo. Y eso era bueno, ya que Sam era el hombre que más admiraba en el mundo.
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