Capítulo 3 Sam y dom
- ¿Tienes algún plan para el futuro? - le pregunté a Dom.
- ¿Vivir? - se burló, abriendo otra cerveza y bebiéndola de un trago.
- ¿Qué tal si pasas un tiempo en Avalon y vives de verdad? - Sugerí.
- ¿Estás asumiendo que no estoy "vivo"?
- ¡Claro que sí, mi viejo amigo! Tanto como yo... - me reí.
- ¿A qué te refieres?
- Cualquiera que nos mire cree que estamos vivos, pero por dentro estamos muertos... Y ha pasado mucho tiempo. - me lamenté al sorprender a Satini mirando a Estevan, con una sonrisa en el rostro que mostraba toda su felicidad cuando estaba a su lado.
Por un momento nuestras miradas se encontraron y levanté mi cerveza, guiñando un ojo e intentando una sonrisa espontánea y sin pretensiones. Recibí una sonrisa de vuelta y pronto Estevan giró la cabeza, descubriendo mis ojos en su mujer. Hice el mismo movimiento con mi cerveza hacia él, que sonrió y segundos después volvió a la conversación que mantenía con su mujer y sus amigos.
- Golpear a su marido es sucio. - Dom fue sarcástico.
No pude contener la risa, que me vino fácilmente por la bebida:
- Cada vez que sus ojos se posan en mí, aunque sé que no significa nada, un rayo de esperanza surge en mi corazón.
- Sinceramente, no quiero beber demasiado y hacer un fiasco de mí mismo aquí, diciendo algo de lo que podría arrepentirme más tarde.
- ¿Puedo hacerte una pregunta? - pregunté, curioso.
- Si no es demasiado complejo, ¡puedes hacerlo! - Me miró fijamente.
- ¿Por qué te casaste con su hermana?
- Pregunta compleja. - Volvió a dar un sorbo a su bebida, mirando a otra parte.
- ¿Por qué huyes de esta conversación?
- No me gusta hablar de mi vida personal.
- ¡Nos conocemos desde hace años, maldita sea! Lo suficiente para que yo sepa que aún la amas.
- Hasta un perro callejero lo sabe.
- Gracias por mi parte. - Me hice el ofendido - Tal vez realmente soy un perro de la calle, ya que sólo he estado comiendo perras últimamente.
Nos miramos y empezamos a reír de nuevo. Y, por supuesto, fue el efecto del alcohol.
- Eva era una buena mujer. E intachable. Y tal vez eso es exactamente lo que me hizo incapaz de amarla.
- ¿Tenemos problemas? ¿A quién no le gustan las mujeres perfectas?
- ¡Nosotros! Porque no somos perfectos.
- En este caso, ¡tú! Yo soy... Un rey guapo, sexy, bueno en la cama, inteligente, divertido...
- ¡Modesto! Olvidaste esta parte. Creo que la modestia es tu mejor cualidad, "Rey Samuel".
Suspiré:
- Siempre pensé que se casó con Eva para estar al lado de Katrina.
- Creo que en mi subconsciente siempre ha sido así. Pero intenté que me gustara Eva. Pero no soy el tipo de hombre que trabajaría con una mujer convencional. Eva era perfecta... ...y me dio la hija más imperfecta del mundo.
Me reí:
- Esto debe hacer que ames a tu hija, ya que eres adicto a la imperfección. - Era mi turno de burlarme.
Hizo una mueca:
- Laura se parece mucho a mí. Pero no tiene carácter.
- ¡Vaya! Es difícil para cualquiera admitir esto sobre su propia hija.
- No soy hipócrita. Y confieso que parte de en lo que se ha convertido mi hija es culpa mía. Fui un padre omnisciente. Me perdí en mí mismo durante mucho tiempo tras la muerte de Eva, culpándome por no haberla querido.
- Para alguien a quien no le gusta hablar de su vida personal... Lo hizo bien.
- Sólo le he contado mis secretos más sórdidos a una persona en mi vida...
- ¿Katrina?
- Una chica que conocí hace unos años.
- ¿Te acostaste con ella?
- Después de rechazar a Katrina y acabar perdiéndola, nunca dejé de acostarme con una mujer.