Capítulo 8 Suruba con famosos enmascarados ii
- ¡Thomas, eres mi hijo! No puedes darme consejos como un adulto. - Me reí, confuso.
- Soy un adulto, mamá... Aunque no te lo tomas muy bien.
Respiré hondo y dije con orgullo:
- Mi niña... ¡Siempre tan maduro y sensato!
Thomas me besó:
- ¡No soy tu bebé! - Frunció el ceño.
Me reí, recordando lo mucho que odiaba que le dijera eso. Y quizá que me llamara "nena" era lo único en lo que él y Tessa estaban de acuerdo en que no molaba.
Estaba tomando el sol en mi tumbona en la arena junto al mar cuando me sorprendieron Cassi y Adeline. Una de ellas me quitó el sombrero y noté las sonrisas radiantes de ambas.
- ¡Tenemos una sorpresa! - dijo Cassiane emocionada.
Me senté en la tumbona, viéndoles sentarse en la otra, que estaba frente a mí.
- ¿Una sorpresa? - Fruncí el ceño, preocupado por lo que tramaban los dos.
Cassi me entregó un sobre. Lo abrí y encontré una extraña invitación, con dos grandes iniciales en letras que parecían dibujadas a mano, escritas PP.
Miré a mi hermana:
- I... No entiendo nada.
- Pasa la página", dijo Adeline con ansiedad.
Hice lo que me sugería y pasé a la página siguiente. En letras doradas sobre papel negro se leía:
"Te han dado un pasaporte para cumplir tus sueños sexuales más secretos. Preséntate sin ningún pudor, con una máscara y un traje de gala. Alguien te espera para darte placer y regalarte la noche más increíble de tu vida".
Sacudí la cabeza con incredulidad, sintiendo que las mejillas se me ponían más rojas de lo que ya estaban a causa del sol:
- Esto... ¿Es una broma?
- No, no lo es -respondió Cassi- PP son las siglas de Placeres Profanos. Es un club donde no se revela la identidad de la gente. Pasas la noche con alguien que nunca sabrá nada sobre dónde vives, si estás casada, si eres viuda o monja - rió divertida - Fue difícil conseguirlo. No sólo cuesta mucho, sino que sólo tiene acceso gente muy selecta y de clase alta.
- ¿Y cómo tengo una invitación en la mano?
- Yo, mamá, Arthur e incluso Adeline juntamos nuestro dinero y lo compramos. Por supuesto, no fue de la forma tradicional, ya que los simples mortales como nosotros no estamos en la lista de elegibles para participar en esta surba con famosos enmascarados. Un amigo de Cristiano, que conoce a alguien que trabaja allí, nos consiguió la entrada clandestinamente.
Tragué saliva, perpleja:
- ¿"Suruba con famosos enmascarados"?
Sí, de todas las atrocidades de las que habían hablado, esa parte era la más grotesca.
Los dos se rieron, lo que me enfureció aún más:
- ¡Tienes que estar loco! ¿Desde cuándo pertenezco a la clase alta? ¿Y puedes imaginarme en una cita con... ¿Gente famosa? - Apenas me salía la voz.
- Ya me lo he imaginado. - dijo Adeline, levantando la mano-. Será tu cura para la atrofia vaginal. Podrás tener relaciones sexuales con varios hombres al mismo tiempo.
Sentí que se me aceleraba el corazón con sólo mencionarlo:
- ¡No! ¡Definitivamente no!
- Sólo puedes acostarte con uno. - Cassiane intentó tranquilizarme, dejándome aún más estupefacta - El billete no tiene vuelta atrás. Y piensa cuánto hemos gastado para que este trozo de papel llegue a tus manos.
- ¡No soy la persona que quieres que sea!
- Bebe, finge que Bruna está muerta y sé feliz por una vez.
- Estaba feliz, Cassi. Y lo sabes muy bien.
- "Fui"... Sí, en pasado. Me alegro de que seas consciente de que ya no lo es.
- Soy feliz. Amo a mis hijos, mi vida, mi...
- "Mi isla y mis perros" - completó mi frase, poniendo los ojos en blanco, con cara de aburrimiento - ¡Basta! Necesitas un hombre.
- No necesito un hombre para ser feliz. - Me opuse.
- Sí, me recuerdas. Recuerdo el brillo en tus ojos cuando estabas con Alex.
- Exacto... Él era la razón de la mirada.
- O no, Bruna. Tal vez la razón del resplandor era estar con alguien, vivir una vida normal, tener compañía y sexo.
- ¡Estás enfermo por falta de sexo! ¿No te das cuenta de que esto no es tabú? Eres una mujer, adulta, madre de dos hijos adultos. - Adeline habló con seriedad.
- La atrofia vaginal no es una enfermedad.
- ¿No? ¿Entonces qué? - Cassi se llevó la mano a la cintura, furiosa.
Suspiré:
- I... No puedo verme... ¡haciendo esto! ¡Es una locura! ¡Es una locura! Me moriría de vergüenza. ¿Y si ni siquiera puedo hablar con nadie?
- ¡Está pensando en irse! - gritó Adeline, dando palmas, seguida de Cassiane.
Vi su emoción y sonreí, aunque seguía estando en contra.
- Será bueno para ti. - Cassiane me cogió de la mano - Tienes que dejar atrás este pasado.
- Nunca olvidaré a Alex.
- Nadie te pide que olvides. Sólo queremos que sigas adelante. Y si no quieres, bien. Al menos ten sexo. - Me apretó la mano.
- Y lo mejor... ¿Sabes dónde está el club de la perversión? - Adeline jadeó.
- ¿Dónde?
- Macedonia del Norte.
Moví la cabeza negativamente:
- ¿De verdad crees que iría a un club sexual en la ciudad donde estudia mi hija?
- ¿Y crees que hay la más mínima posibilidad de conocer a Tessa allí? - Cassiane se rió - No te preocupes, tu hija nunca conseguiría una invitación ni una entrada.
- ¿En serio?" Sacudí el billete, riendo.
- Los billetes están comprados. Nos vamos el próximo lunes", dice Adeline con confianza.
- ¿"Nos fuimos"? - Estaba confuso.
- Adeline irá contigo, para ayudarte y darte seguridad. - Cassiane respondió.
- Y para darte de beber también - sonrió Adeline - Sé que no entrarás en el club sin una botella de vodka.
- ¡Una locura! ¡Esto es una locura! - me repetí, sintiendo que me temblaban las manos.
- Es tu regalo de cumpleaños. - Cassiane dijo.
- ¡Mi cumpleaños no está cerca! - Te lo supliqué.
- Por el precio de un regalo, considere los cumpleaños, Navidad, Año Nuevo y todas las fechas en las que se intercambian regalos. - Se burló.
- ¡No deberían haberse gastado todo esto en mí! - me lamenté.
- Ten un orgasmo y vibraré, segura de no haber malgastado mi dinero. Ahora, si vas allí y no tienes sexo, te juro que te mato y te hago devolver cada céntimo que me he gastado.
- ¡Iré! - suspiré, derrotado - Pero porque tengo la oportunidad de ver a Tessa.
- Que así sea. - Los dos se encogieron de hombros, contentos de oír mi "sí".
Estaba en mi habitación, probándome el quinto vestido, mientras mi madre y Cassiane, sentadas en la cama, me observaban y analizaban qué les quedaba mejor.
Me miré en el espejo y pensé que éste tenía mejor aspecto que los otros. Era rojo, ajustado, largo y con una generosa abertura. El escote era tipo "cuello alto" y me cubría bien el pecho y el escote.
- ¡Oh, Dios mío! - exclamó mamá, sonriendo y con los ojos brillantes- ¡Ese es el vestido! Es perfecto.
- Parezco una oferta.
- ¡Pero estarás allí ofreciéndote! - Cassiane lo dejó claro.
Suspiré con incredulidad:
- No creo que tenga el valor.
- Sí, ¡lo harás! - le aseguró Angela-. Eres una de las personas más valientes que conozco. Y me sentiré orgullosa y feliz si sé que al menos por una noche, después de casi dos décadas, te has dedicado a ti misma.
- I... Me dedico a mí mismo.
- No, no lo sabe. Está totalmente dedicado a Tessa y Thomas. Y así ha sido desde que Alex murió.
- También te has dedicado a mí y a Cassi desde que murió papá.
- Y entonces encontré a alguien con quien compartir mi vida. Nunca olvidaré a tu padre, pero quiero a Arthur. Y después de empezar a vivir con él, me di cuenta de que no era feliz. Por supuesto, estar en contigo siempre fue maravilloso y hoy me doy cuenta de que fui una buena madre. Pero involucrarme con alguien no me convertiría en una mala madre.
Me senté en la cama entre las dos y abracé cariñosamente a mi madre. Cassi nos rodeó con sus brazos y suspiré, feliz de tenerlas a mi lado. Por mucho que pasara el tiempo, seguíamos teniendo un vínculo increíble que iba mucho más allá de ser familia. Había amor, afecto, apoyo y preocupación el uno por el otro.
- Vive esta noche que te regalamos -me di cuenta de las lágrimas en los ojos de mi madre- Es todo lo que te pido, Bruna. Y si no es por ti, hazlo por mí.
- ¡Lo haré, mamá!
Sí, lo haría por ella y por Cassiane. Si para ellas era importante que me acostara con alguien, no las entristecería. Al final, me daría cuenta de que no lo necesitaba y por fin dejarían de molestarme, porque entenderían que yo no era como las demás mujeres y que no necesitaba acostarme con alguien para ser feliz.
- Si no echas de menos el sexo, es que algo va mal". - Recordé las palabras del ginecólogo.
No me atrevía a confesarlo, pero de vez en cuando creo que me corro cuando pienso en Alex. Pero eran momentos muy raros, porque para mí tampoco estaba bien, como si sentir placer fuera algo prohibido porque no era con él, real, vivo. Era como si le estuviera traicionando... Con él.
- Llevarás este vestido rojo y pasarás la mejor noche de tu vida. - aseguró Cassiane con una sonrisa.
- La mejor noche de mi vida la pasé con mi marido. - Hablé en serio, un poco ofendida.
- ¿Y si te das cuenta de que la mejor noche no fue con él? ¿Y si te lo pasas mejor? Sólo tenías a Alex como compañero... No hay garantía de que sea el mejor.
- No te atrevas a decirlo, Cassi. - Te lo advertí.
Suspiró, poniendo los ojos en blanco:
- Vale, Bruna, vete a hacer los deberes: ten orgasmos y vuelve a casa.