La espaciosa y silenciosa suite presidencial estalló de repente en carcajadas. Denis se agarró el estómago y se desplomó en el sofá mientras las lágrimas le corrían por la cara.
—¡Tres dólares! El estimado Sr. Fretes trabajó incansablemente toda la tarde y sólo ganó tres dólares. ¡Sólo la brillante Susana podría lograrlo!
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