Capítulo 33 Bien por ti
La luz del sol entraba en diagonal en el comedor, posándose suavemente sobre Enrique, que estaba sentado a la cabecera de la mesa. Sus ojos afilados y hundidos, su nariz perfectamente cincelada y la suave y masculina curva de su mandíbula, combinados con el halo de luz dorada que lo rodeaba, le daban un aspecto casi desgarradoramente llamativo.
Aunque ahora no se soportaban, Susana tenía que admitir que Enrique era su tipo ideal. De lo contrario, no se habría enamorado tan perdidamente de su atractivo, perdiendo completamente la cabeza y haciendo el ridículo por él.
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