Capítulo 44 Demasiado tarde para eso
Las palabras parecían casi acusatorias, como si fueran dirigidas directamente a ella, señalándola como una esposa infiel. En su estado actual, enferma y frágil, ¿podía confiar en alguien que no fuera un médico? ¿Podría confiar en su marido, que parecía indiferente a su sufrimiento?
A Susana le hizo gracia. Se apretó los labios, pero no pudo esbozar una sonrisa. No tenía fuerzas ni ganas para discutir con él, así que fingió no haberle oído. El hambre la corroía. «Desde luego, no voy a contar con este canalla para comer», pensó mientras buscaba a tientas su teléfono para explorar opciones de entrega.
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