Capítulo 82 No es una loba sumisa en el sexo
Los gemidos salían de la boca de Priscila apenas cubierta por su mano. La estimulación de su cuerpo, más las feromonas, más el celo no la dejaba pensar. Cada zona done Layan tocaba, donde lamía, donde mordía era como si fuera una fibra nerviosa y eso hasta cierto punto la asustaba, pero estaba tan inmersa en el placer y en la necesidad de ser llenada que apenas podía percatarse de eso.
Dos lágrimas corrieron por sus ojos y pronto fueron lamidas del costado de estos. Layan se alzó sobre ella soltando uno de sus pezones y le besó la frente.
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