Nebraska se removió en la cama ante las voces a su alrededor y que taladraban su cerebro. Como resultado abrió los ojos de muy mal humor. Y eso no era anda bueno...nada bueno. En la puerta vio a su esposo que tenía el ceño fruncido y los brazos cruzados delante de su pecho.
La loba apretó los dientes. Rápidamente reconoció el olor de su hija y con ella el de alguien más. El de Layan. Así que estaban discutiendo como lobos incivilizados durante la mañana como si nadie en la mansión estuviera durmiendo. Y más ella que su esposo la había tenido despierta hasta muy tarde.
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