Capítulo 8 Cruda verdad
Daniela continuó derramando lágrimas mientras Paola pensaba en las consecuencias de sus actos. Ella en verdad quería a Daniela, desde pequeña la había cuidado, siempre la había considerado su hermana pequeña. Sin embargo, Paola se había encaprichado de Jorge desde el primer día y debía tenerlo, siempre obtenía lo que quería; además era sumamente competitiva. El hecho de que su «hermanita» le hubiera quitado su «premio», había sido intolerable para ella. Por eso actúo de esa manera, ella tenía que ganar, ella siempre tenía que ganar.
«¡Y vaya que gané! ¡Ahora tengo 3 semanas de embarazo!». Pensó con cierta ironía.
Aun así, era consciente que un embarazo a estas alturas de su carrera profesional podía dificultarle un poco las cosas. Hace 2 semanas se enteró del embarazo y por supuesto se lo notificó a Jorge. Él se quedó en estado de impresión, pero de manera grata, aceptó hacerse responsable junto con ella. Le dijo:
—No le digas nada a Daniela, yo tengo que hablar con ella… debo… cancelar el compromiso —dijo Jorge con total seriedad—. Estoy seguro de que no tardará en contactarse contigo, después de todo, eres su «mejor amiga».
Ella aceptó la petición de Jorge, sin embargo, habían pasado 2 semanas y Daniela no se había contactado con ella, así que decidió iniciar la jugada en ese tablero de ajedrez y le mandó un mensaje a su celular la noche anterior.
Jorge tampoco se había puesto en contacto con Paola esas dos semanas, otra razón para que le enviara un mensaje a Daniela y averiguara si Jorge había cancelado su compromiso.
«Por lo que veo es un maldito cobarde. ¿Acaso piensa decírselo ya que se encuentren en el altar o que yo esté dando a luz? Creo que es momento de que continue moviendo mis piezas para terminar en jaque mate».
En ese momento, Paola se sentó recta, miró a Daniela y le pasó un pañuelo para que se limpiara la cara.
—Tranquila amiga, seca esas lágrimas. Lo mejor es que vayas tú y hables directamente con Jorge. Sé que está ocupado, pero es necesario que vayas a su casa y lo confrontes. Solo así sabrás que es lo que en verdad sucede. —Paola dijo con tono firme y decidido para brindarle confianza.
—P…pero… ¿y si no quiere verme? ¿y si me sigue evitando?... No podría soportarlo… Buuaa. —Daniela continuó llorando con desesperación.
Ya cansada de todo esto, Paola se levantó y la sujetó con firmeza por los hombros mientras la sacudía con suavidad.
—Escucha Daniela, ¡eres una mujer adulta, enfrenta tus problemas! ¡Ve y confronta a Jorge! ¡Pregúntale que rayos le sucede! No es justo que te tenga hecha un mar de lágrimas —Paola continuó siendo firme con ella hasta que lograra entender.
Por fin, Daniela comenzó a tranquilizarse y a pensar en las palabras de su amiga. Ella tenía razón. Tenía que preguntarle a Jorge que sucedía. Quería una respuesta y la quería ya.
Habían sido días de tortura, ya no podía soportar más la incertidumbre.
—¡Tienes razón Paola! ¡Tengo que ir a preguntarle! ¡Iré ahora mismo! —dijo Daniela ya más calmada y de manera firme—. Sé que hoy no tiene guardia, así que por la noche lo estaré esperando en su apartamento. ¡Es necesario que aclaremos todo esto!
—¡De esto estoy hablando, Dani! ¡Eres una mujer fuerte y decidida! ¡Ve! —la alentó Paola, mientras de manera inconsciente se frotaba su abdomen.
—¡Si! Gracias por siempre brindarme tu apoyo, Pao. No sé lo que haría sin ti. —Daniela fue y le dio un gran abrazo a Paola—. Sabes que tú también siempre podrás contar conmigo —agregó.
Paola se quedó sorprendida por su abrazo tan sincero. Daniela la había abrazado como una verdadera hermana, mientras ella la enviaba a la fría oscuridad.
Fue en ese momento que, por primera vez desde que se acostó con Jorge, derramó lágrimas de culpabilidad.
«Perdóname Daniela… de verdad lo siento… espero que puedas soportar la cruda verdad de toda esta situación». Pensó Paola mientras se aferraba a su abrazo.