Capítulo 408 La búsqueda desesperada
Isabel Zurita cerró con fuerza la puerta del centro de comando de los Centinelas. No quería que nadie viera su rostro en ese momento. No con lágrimas a punto de desbordarse y los puños cerrados de pura rabia.
—¿Cómo fue posible? —preguntó en voz baja, a nadie en particular. Su mirada se clavó en la pantalla aún encendida, donde se veían los últimos minutos del fallido operativo.
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