Capítulo 379 Bajo juramento roto
Las luces blancas del Hospital General Villarreal parpadeaban de manera casi imperceptible. El lugar, estaba cargado con la sobriedad de años de secretos enterrados bajo protocolos médicos, albergaba a uno de los hombres más poderosos del país: Lorenzo Zurita, pero esa información estaba resguardada bajo un nivel de confidencialidad inquebrantable, o al menos eso creían quienes lo tenían ahí.
En una oficina oculta tras una pared falsa en el último piso del edificio administrativo, Jorge Villarreal cerró la puerta y se quitó los guantes quirúrgicos. Su bata llevaba bordado con letras doradas:
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