Capítulo 91 Irrevocablemente enamorado
Faltaba nada para que su cuñada y sobrinos llegaran y recordó que tanto en la nevera como en las alacenas no había nada de comestible. ¿Qué haría de comer? Solo encontró un paquete de tallarines y unos olvidados tomates muy maduros dentro de la nevera. No alcanzaría.
—¡La cena, Fran! —exclamó, apoyando las manos sobre la encimera e inclinándose hacia delante—. No puedo solo preparar café. Hay que…
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