Capítulo 30 ¿Enamorarse? no, eso nunca
Posterior a un rápido trabajo manual dentro del baño de su despacho, se sintió mejor, aunque no del todo satisfecho.
Había estado a nada de cruzar la línea. Había estado cerca de mandar todo al carajo, olvidarse de su profesionalismo y de quien era, todo por la inminente atracción que sentía por su asistente. No era solo eso, era algo más. Eran esas emociones que habían comenzado a nacer dentro de sí, emociones que hacía mucho tiempo no las sentía y que, de alguna manera, lo hacían actuar como si él fuera un hombre joven y no el hombre maduro y centrado que era. No tenía 20 años, por amor a Dios. Estaba a nada de cumplir los 46 años.
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