Capítulo 281 Una herida que no sanará
Jonathan ya se había dado la vuelta para marcharse, pero aun así alcanzó a escuchar aquel suave, casi inaudible «Lo siento». Sus pasos vacilaron ligeramente antes de recuperar su ritmo habitual, alejándose gradualmente. Ya no necesitaba esa disculpa. Él mismo conseguiría justicia, no necesitaba el remordimiento de nadie más. Por mucho que intentara suprimirla, la furia que se aferraba a él se negaba a desvanecerse.
Dickson, que ya estaba un poco intimidado, ahora ni siquiera se atrevía a hablar. Solo Sierra parecía completamente imperturbable. Cuando lo vio regresar, sonrió y dijo:
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