Capítulo 49 Fiebre y distancia
En clase, Sierra siempre había sido como un área contaminada: dondequiera que se sentara, nadie se acercaba. Pero hoy, sorprendentemente, una chica ocupó el asiento contiguo apenas llegó.
Sierra la miró de reojo, pero no le prestó atención. Cerró los ojos, intentando calmar su dolor de cabeza.
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