Capítulo 99 Susana, cierra los ojos
El coche se detuvo a la entrada del club. Cuando el portero se adelantó para abrir la puerta, Susana levantó la vista hacia los grandes portones dorados. Sus manos, que habían estado descansando sobre su regazo, se curvaron instintivamente. Se quedó inmóvil un instante, sin saber qué hacer. De repente, la imponente figura de Enrique apareció en la puerta del coche y le tendió la mano:
—Sal.
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