Capítulo 99 Simple y brutal
Jonathan se acomodó con estudiada calma frente al prisionero y extrajo un cigarrillo con movimientos pausados. Con un gesto seco, ordenó a Samuel liberar las ataduras que mordían las muñecas y tobillos del otro. El hombre se retorció, intentando devolver la vida a sus extremidades entumecidas. Sus ojos se deslizaron hacia Jonathan con un destello de desprecio - seguía tan obstinado como al principio.
Era evidente su resistencia; si los métodos habituales de Lobo de Arena hubieran funcionado, ya habría confesado todo hace horas.
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